EN LA PINTURA DEL SIGLO XX, la geometría es un claro síntoma constituyente de eso que parece tan antiguo que es la modernidad. No solo por abstracta sino por el potencial visionario que encerraba. Ahora ese potencial ha desaparecido, por lo menos su aspecto social utópico, pero conserva su capacidad de revelar espacios-refugios de la intimidad.