El título de esta exposición alude a la larga vinculación profesional de José María Baez (Jerez de la Frontera, Cádiz, 1949) con la Galería Rafael Ortiz. Son nueve las ocasiones en las que ha participado con proyectos expositivos personales en nuestra Galería, sin olvidar que también expuso en dos ocasiones de forma individual en la Galería Melchor, antecesora de la actual.

A lo largo de todo este tiempo hemos ido asistiendo a los cambios de registro de este artista. Desde los relatos de extracción popular, apoyado en los media y en una figuración icónica e irónica, hasta el periodo, de traza conceptual y reflexiva, en el que los textos y las citas literarias de diversa procedencia adquirieron pleno protagonismo y acabaron por suplantar a esas imágenes.

Tenemos ahora la ocasión de acercarnos a un universo más abstracto y casi dibujístico, aunque sin perder la huella ambivalente sobre la que siempre ha basculado su trabajo. El artista se embarca en una ocupación obsesiva, una operación manual que le lleva a recortar múltiples piezas de papel que van articulándose y ensamblándose mediante diseños diferentes y, a su vez, delimitados por colores distintos. Estas estructuras de papel, de frágil apariencia, adquieren su valor escenográfico al dominar y desplegarse por el espacio a la manera de un gran mural. Para potenciar esta sensación, e incluso para cuestionar el “valor” formalista de la obra artística, distintas piezas, autónomas e independientes entre sí, acaban trenzadas y confundidas en una expandida instalación que aborda el espacio atendiendo en exclusiva a la propia especificidad de ese espacio.

José María Baez gusta de lo paradójico. Y lo paradójico es que esta idea de instalación la logra mediante piezas de procedencia y adscripción puramente pictóricas, deliciosamente pictóricas.